martes, 13 de septiembre de 2011

¿Puede un cambio surgir desde las aulas?



POR JIMMI MARÍA PERALTA
JIMMIELESTUDIO@GMAIL.COM

LLAMADA
En nuestro país del estudiantado tiene excelentes calificaciones en la asignatura SILENCIO.

Podría ser un axioma válido para evaluar el desempeño docente aquel que dice: “todo discípulo debe formarse de modo a tener la capacidad de cuestionar y rebatir a su propio maestro”.
Con alrededor de cuatros meses de movilizaciones en las calles, y con la ocupación de las universidades y las escuelas, los estudiantes chilenos han demostrado al mundo una gran capacidad de cuestionar a sus maestros y al sistema, y buscan genuinamente rebatir el discurso que les es dominante.
Del otro lado de Los Andes, la historia de la efectividad en el proceso educativo se lleva también los mejores puntajes. Sólo que la máxima de la educación implantada en Paraguay es otra, y suena más o menos así: “forma de tal modo a tu alumno, que sea incapaz de cuestionarte, y mucho menos al sistema”.
Más allá del discurso vacío impulsado por el estado, aquel que habla de la búsqueda de una educación crítica; en gran parte de nuestro país la escuela es el único lugar del barrio o del pueblo donde existen libros, por ende es el único lugar donde se acumulan conocimientos, por lo que, de modo teórico, es el único centro de poder intelectual.
Con una cuasi incapacidad de descubrir en sus hogares nuevos conocimientos que aporten al debate escolar, para el alumno, el maestro y la escuela representan al discurso irrebatible, pues carecen de elementos para sumar como interlocutores válidos en el debate. Este análisis solo toma un punto de la cuestión: el lado estructural, sin contar la esencia del sistema educativo, entre otras cosas.
La cohesión de los estudiantes chilenos, que buscan una educación gratuita y de calidad en todos los niveles; y la capacidad de negociación del gremio y de su presidente Sebastián Piñera, darán a luz la solución al actual proceso Chile.
Más allá de lo que sucede en Chile, cabe hablar de Paraguay.
¿Es posible en Paraguay un proceso de cambio de la educación que tenga su origen en el estudiantado?
En nuestro país del estudiantado tiene excelentes calificaciones en la asignatura SILENCIO. En nuestro país algo básico como el boleto estudiantil todavía no es respetado. En nuestro país el estudiante sigue siendo como una “carga” social improductiva. En nuestros país se quiere comprender al estudiante como un ser a-político.
La formación de estudiantes a-críticos y ajenos a las prácticas cívicas democráticas no solo se da en los colegios, sino también en las universidades. En la UNA, por ejemplo, en gran parte de los Consejos administrativos de las facultades la relación de fuerza contra el estudiantado es de 6 a 1, considerando la cantidad de miembros; en tanto que en Consejo Superior Universitario es de 9 a 1. Es decir que su voz no cuenta.
Estos números evidencian un nuevo elemento. A la formación a-crítica propiciada por el sistema, este mismo sistema adiciona también una falsa participación de los estudiantes en los procesos de toma de decisiones.
Las sucesivas reformas educativas que vinieron de los gobiernos se dieron de arriba para abajo, de la burocracia hacia las aulas, y no han cosechado grandes cambios. En contra partida, la lucha estudiantil paraguaya es muy rica, sin embargo, el gremio no es lo suficientemente fuerte para sostener una resistencia o un contrapeso político a los burócratas.
Esta realidad ilustra, entre otras cosas, que el alcance y la efectividad de los procesos educativos a-críticos producen generaciones de paraguayos incapaces de construir su propio destino.
Y los “malos” siguen ganando.
FUENTE: LA NACIÓN