jueves, 28 de julio de 2011

Las rejas y su fundamento histórico ¿histórico?

POR JIMMI PERALTA
JIMMIELESTUDIO@GMAIL.COM


La fundamentación que utiliza la Comisión Nacional Bicentenario para financiar la construcción del vallado perimetral de la Plaza Uruguaya, pretende mimetizar la acción dentro de una agenda de colaboraciones culturales de la mencionada institución para con la ciudad de Asunción, el argumento señala que esta labor política es puramente un rescate histórico de una “construcción” que tiene más de un siglo encima.
El costo estimado de los trabajos es de 800.000.000 de guaraníes, que saldrá de lo presupuestado para la celebración del Bicentenario de la Independencia, y los 198 años de la creación de la RES PÚBLICA Paraguaya, un estado (COSA) que no le pertenece a la ninguna corona o autoridad del momento, sino al PUEBLO.
Según el informe proveído por el departamento de prensa de la Comisión Bicentenario, su secretaria ejecutiva, Margarita Morselli, intenta con este proyecto “devolver a la plaza su estado original, ya que anteriormente contaba con vallado”.
Ahora, claro está que las rejas tienen como fin último el no acceso de los indígenas en la Plaza Uruguaya, lo que por lo bajo es: excluyente, descriminante y anti-democrático. Entonces, la cuestión cultural e histórica pasa a segundo plano para los proyectistas, esta una fachada seudo intelectual para una acción que tiene un fondo genuinamente autoritario.
Bajo el criterio de Morselli, deberías devolverle a la Cárcel de Emboscada su construcción originaria, demoler las refacciones del estadio Defensores del Chaco, reconstruir el Muro de Berlín, volver a cargar de excremento humano las piletas de LA TÉCNICA, volver a ponerle el nombre de ALFREDO STROESSNER a Ciudad del Este, y reubicar la estatua el ex dictador en el Cerro Lambaré.
En este plano, en el que las cosas parecen volverse absurdas, queda desechado el argumento de “devolver a la plaza su estado original”, utilizado por la Secretaria de la Comisión, puesto que no toda acción del pasado es genuinamente mejor por ser del pasado. Porque sería entonces labor de los funcionarios de Arnaldo Samaniego demoler todas las salidas de emergencias que se construyeron en los edificios históricos, por ejemplo.
las preguntas son... ¿no se puede dar otra utilidad cultural a la plaza, más allá de cerrarla con rejas de metal? ¿el valor histórico de algo es superior a su valor actual? ¿la intención de volver a “lo originario” no similar al intensión nazi de volver a la tierra, a lo tradicional, a los de antes? ¿es tanto el hastío que producen los indígenas a los asuncenos? ¿cuántos proyectos culturales se pueden financiar en la plaza con 800.000.000? ¿nos creen tan tontos?
Habrán los que quieran comparar la cuestión actual con la situación del Parque Caballero. Lo cuestionable de la acción de Samaniego y Morselli es que la intensión última de esta construcción es que es “contra” de alguien, contra los indígenas.

viernes, 22 de julio de 2011

¿POR QUÉ ENREJAR LA PLAZA URUGUAYA ES ANTI-DEMOCRÁTICO?

Más allá de cualquier falso discurso de justificación, la verdadera intención que subyace del proyecto que pretende enrejar la Plaza Uruguaya de Asunción, es evitar que este espacio público se convierta en un campo que albergue a eventuales manifestantes.
Los “clientes” habituales de este espacio son los indígenas, quienes acampan en ese lugar por días, semanas o meses, por lo que ellos se han convertido explícitamente en destinatarios del proyecto de enrejado de la Plaza, es decir, que si le ponemos una dedicatoria grabada en metal sobre las rejas que diga: “dedicado a los indígenas sucios”, no estaremos lejos de la real intención y del pensamiento de los representantes comunales.
La construcción de este vallado, por lo tanto, más a allá de ser una medida a favor de la Plaza, es una política en contra de la presencia indígenas en ese lugar, ya que las rejas no pretenden mejorar la plaza o transformarla, sino que buscan evitar la presencia de manifestantes, en particular de los indígenas, con la intención de cuidarla.

¿Qué tiene que ver la democracia con esto?
Uno de los principios fundamentales de la democracia es la inclusión y la defensa de los derechos de las minorías, más allá de cualquier malestar estético que estos pequeños grupos produzcan en la mayoría, por su existencia o su modo de manifestarse.
El vallado “Morselli-Samaniego” tiene como principio base la exclusión, porque está planificado “en contra” de una minoría, la cual pretende ejercer su legítimo derecho de manifestarse; una minoría étnica y política que históricamente ha sido marginada y que ha logrado el reconocimiento de sus derechos por parte de organismos internacionales.
Cabe señalar, que la alianza “Morselli-Samaniego” es originariamente excluyente, con rasgos muy similares al racismo, por su afán discriminatorio. Podríamos encontrar en este accionar político en particular, algunas cuestiones parecidas al actuar nazi... 'Mañanita' van a proponer que se le rodee con murallas a la chacarita, como a los guetos judíos organizados por el Führer.
Nadie niega el derecho del ciudadano de defender su patrimonio, sin embargo este patrimonio no es individual, y allí entramos en sutilezas.
Una institución estatal como la Municipalidad de Asunción, no puede darse el lujo de promover medidas excluyentes y discriminatorias como esta.

martes, 19 de julio de 2011

Artistas sin tiempo ni espacio

FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
POR JIMMI MARÍA PERALTA
JIMMIELESTUDIO@GMAIL.COM
 
El juego en el que dieron de su parte la fantasía popular y la estrategia marcketinera de los artistas, quienes encantaron con polvo mágico su don de crear, hoy por hoy trae como consecuencia la falsa percepción de que los artistas deben permanecer en el limbo, sin contacto con la realidad, limpios y puros; generando una creencia de que ellos deben estar ausentes de la actividad política.

La alienante ilusión que envuelve y convence a los mismo artistas, la que les transmite la certeza de que ellos no pertenecen a un tiempo y a un espacio, no solo es producto de su vinculación con el dios Apolo y la diosa Minerva, o con las musas u otros seres eternos como el mismo demonio, sino que también tiene su origen en la condición de una sociedad posmoderna en la que los ídolos, por lo general artistas o presentadores de televisión, deben ser, además de semidioses; silenciosos. Sin olvidar que el silencio, casualmente, siempre es una posición política de aprobación, o de últimas, ante alguna duda de este principio, se podría preguntar de ello a los familiares en primer grado de la mujer recientemente asesinada, Sonia Vera.

Debo presentar mi profunda pena ante una generación contemporánea de artistas paraguayos que se definen como “apolíticos”, con la falsa sensación de ser una momentánea encarnación divina, sin tiempo ni espacio.

No lleno este formulario de quejas solo ante la estúpida condición de creerse capaz de abstraerse del mundo, o por estar fascinado con la enajenante situación de entenderse a sí mismos como superiores a la realidad paraguaya y en contrapartida sentirse habitantes de Buenos Aires, Milán, Londres o Miami; no solo da pena el hecho de que algunos piensan que pueden vivir la máxima libertad desde la “apolítica”, autodefiniéndose erróneamente anarquistas, la cual sí es una posición política genuina. Más allá de todo esto, levanto mi molestia contra una sociedad paraguaya que repudia y olvida a sus artistas comprometidos políticamente, y premia el silencio falsamente imparcial, pero que en realidad es profundamente cómplice.

Es importante también entender que no es por casualidad que se premie el silencio.

Días pasados se mediatizó en Argentina un repudio y posterior debate ante las declaraciones del músico de rock Fito Páez, quien expresó su hastío por gran parte del electorado bonaerense. Con o sin razón, o prudencia, Páez intenta, con 30 años de carrera, dejar de ser un mero producto universal, neutro, apto para todo consumidor.

Paraguay ha tenido enormes filas de músicos que en dictadura se formaban “como velas” para cantarle al “artista número uno del país”; también cuenta con una lista de miles de exiliados, como el más grande: José Asunción Flores. Su historia no es pobre en  este tema.

Cabe aclarar, que no por el tipo de labor que cumple el artista tiene más responsabilidad política que el resto de los ciudadanos, y, sin embargo también es importante informarles a ellos que Apolo vive en el Olimpo griego, y nosotros acá, en el tercer o cuarto mundo.

Estoy fastidiado de los artistas que pretenden ser la vanguardia en Paraguay, y que no solo recurren al “copy & paste” de Europa y los EEUU para sorprender con sus “clientes” locales, sino que se piensan como habitantes de Europa o EEUU.