domingo, 24 de abril de 2011

Cuentos (canción-2006)



Cuantos cuentos ya fundó el tiempo,
Y nos siguen pasando rosas

El vicio es el mismo
Aunque el aire más ridículo,
Y el alma es un tanto más finita
Me costaría dar consejos de calle…

Ve el trozo del trozo de algo…
No es un amor
No un sueño

No se encuentra nada ¿que buscás?
Sólo disfrutás del camino a la muerte,
Si podés…
Morir…

Cuanto nos cuesta descubrir un cuento…

MIRAR LO QUE PASA (tema pop-2005 por ahí)

A veces quiero detener el tiempo
Y mis dedos lo asfixian a muerte

Pero ellos son más
Ellos no estás más allá
Y nunca salen para amar

Locos los sabios del día verde
Son más que mente y corazón


Si es que ya nada escapó del viento
Nunca pudimos ser los dos

Nunca tocar un alma
Nunca llorar,
Nunca poder volar
Solo mirar lo que pasa

Aquí todos los sabios buscan la paz
Son más que mente y corazón

Quién de estos sabios sabe reír
Son más que mente y corazón

Quién de estos sabios sabe reír
Son más que mente y corazón

viernes, 22 de abril de 2011

“Patrioterismo” Vs. “La bella Carmiña”



Por Jimmi Peralta
jimmielestudio@gmail.com

Semanas atrás hicimos “la gran Nostradamus” en esta columna, y advertíamos que el año del Bicentenario sería un año fértil para el “patrioterismo” de primer nivel, de “otro level”, como se dice ahora en el ejercicio hereje del lenguaje urbano preindustrial.

La semana pasada, en el juego de desinformaciones que se cruzaban como ciertas, pero que después eran negadas y, de vuelta, confirmadas; la periodista y/o locutora de Radio Venus, Carmiña Masi, dejó fluir un pensamiento, que “tuvo” que ser sintetizado en los limitados caracteres permitidos por la institución de moda: La red social Twitter.

Esta declaración, que cuestionaba el uso del idioma guaraní, despertó la indignación de la comunidad toda, y me tocó encontrar hasta artistas e intelectuales interviniendo en la campaña acusatoria contra Carmiña.

Quiero expresar mi profunda solidaridad con la colega. Son tantos los argumentos que me impulsan a tomar esta “postura política” a favor de esta representante de la “clase obrera explotada” en los mass medias, que siento la necesidad de explayarme sobre el particular. Sin embargo, antes de ir deglutiendo cada uno de esos pensamientos o ejes argumentativos, quiero poner especial énfasis en lo que probablemente me inspiró a tomar esta decisión, es una motivación que la descifro luego de un análisis de perfil freudiano: ¡Iporä la Carmiña Masi, oreko la orekoa!

En un primer momento vale la pena buscar la fuente intelectual a la que acudió Masi para su imponderable afirmación: “Si es cierto lo del guaraní y el SNT aplaudo totalmente! Basta de mandioca. Excelente”. Más allá de la colonización fáctica de 400 años por parte de los españoles, la cultura castellanizante del siglo XX en el Paraguay tuvo su principal responsable al proceso post Guerra de la Triple Alianza, a partir del cual se intentó forjar una sociedad similar a la mundo moderno europeo, que era el modelo adoptado en el rioplatense, y que incluyó un sistema educativo al que nuestros padres no podían acceder como guaraní parlantes. Estaba prohibido hablar guaraní en las escuelas. El guaraní fue por décadas “lo malo”, lo ruin, lo vulgar, lo no científico, lo mediocre, lo pobre, lo bajo, lo instintivo, lo no racional.

Carmiña solo se hizo eco de lo que un gran segmento de la pequeña burguesía asuncena piensa. Esos padres que entre ellos hablan guaraní, y lo emplean también para comunicarse con la machu (sirvienta), pero no con los hijos, éstos estudian inglés en el CCPA o en Anglo, “porque eso sí les va a servir en la vida”. Piensan que hablar castellano o inglés,les da un mejor estatus social.

La bella Carmiña solo es un chivo expiatorio en un auge de falso “patriotismo”. De todos los mensajes de repudio contra su declaración que me tocó leer en Facebook, y confieso que no fueron muchos por salud mental, ninguno apuntó más allá de sus narices.

La apertura al bilingüismo de las escuelas, la televisión, los diarios y “demás yerbas” se debe dar fundamentalmente en el marco del cumplimiento del principio democrático de inclusión. El guaraní parlante tiene derecho a estudiar o acceder a la información a través de su primera lengua. Forzarlo a  conocer del mundo solo mediante el castellano es violencia, discriminación y dictadura.

La “angelical” Carmiña de pelo dorado ha tropezado, y la sociedad que la repudia ha caído estrepitosamente en el lodo de la idiotez y la desvergüenza, elevando un falso discurso de “paraguayidad”, de falso amor al guaraní, y a lo Guaraní.

En Buenos Aires los mejores chistes son contra los gallegos, los españoles, los europeos, digo, para ser justamente obvio. En Asunción la víctima es “Kachike” ¿no nos dice nada eso sobre nuestro falso amor a lo autóctono? ¿no nos dice nada que los nativos de nuestros país vivan en las calles de Asunción? ¿no nos dice nada que el municipio capitalino haya enrejado al son de los aplausos una plaza para que los indígenas (esencia cultural y genética del Paraguay) no duerman allí, y que sí lo hagan en las veredas o calles? o lejos de una acusación a las instituciones del Estado… ¿no nos dice nada que como ciudadanos les esquivemos la mirada, y que nos insultemos entre nosotros diciéndonos “indios”?

Me toca escuchar o leer en esta gran ciudad ofensas como: “qué paraguayo sos”, o con carga despectiva, “sos un guarango”. Y eso no es importante, Carmiña es ignorante, y sólo eso hay que recordarlo parece.

La euforia chauvinista del Bicentenario llegó. Y la gente no duda de que este es un país independiente, de que en esta “Res-pública” el poder real radica en el pueblo. Ni mucho menos sospecha que una “nación” es el producto de un azar político y de imposición de poder, y que muchas veces la conciencia de una identidad viene de arriba para bajo, es una política propagandística.

Otro sincericidio racista lo hizo en su radio Hugo Biederman la semana pasada, dijo algo así como: todo bien con los indígenas, pero yo no me sentaría con ellos en un restaurante para comer. Y nadie dijo nada. Don Hugo no es quizás tan bello como lo es Carmiña.

FUENTE: DIARIO LA NACIÓN

martes, 12 de abril de 2011

Pedro Aznar busca “la belleza de la simplicidad en sí”



POR JIMMI PERALTA

Pedro Aznar comentó que su maduración musical lo lleva a la búsqueda de un sonido de más fácil comprensión.


La búsqueda musical que tenía hace 25 años podría haberse visto como más elitista, como más exigente para el oyente. Se ha dado un proceso de maduración en mí, y como diría Da Vinci; 'la simplicidad es la mayor sofisticación que existe'”, señaló en conferencia de prensa el músico Pedro Aznar, entorno al requerimiento de que sus últimos discos respondan más bien a un perfil de cantautor, antes que el un bajista de jazz.
Mi música se ha ido simplificando, y ha ido descartando cosas que me parecían superfluas, eran decoraciones que estaban demás. He ido encontrando una manera de destilar una esencia. No solamente es más trasparente para el oyente, sino más disfrutable para mí mismo”, agregó el ex integrante de Serú Girán.
El espíritu motivador detrás de este cambio, afirma Aznar, responde a una exigencia personal, y no del público. “Cuando canto esa versión de Harrison, lo hago como lo cantaba a los 12 años, como lo cantaba la primera vez que lo escuché. Ahí estoy conectado con un lugar intimo mío. Esto está redundando en éxito en este momento, porque para la gente ya no es difícil mi música. El motivo es la búsqueda de la simplicidad por la belleza de la simplicidad en sí, y porque yo lo disfruto más así”, señaló.
-¿Tocar folclor te ayudó a desarrollar una visión política desde tu trabajo? -“Lo artístico conlleva lo político. Ese primer verme a mí mismo, y verme a mi región, se da cuando voy a Estados Unidos para estudiar en la Berkley. Cuando me siento a estudiar con 30 chicos en el aula y me di cuenta que había un potencial peligro de convertirnos en clones. Buscar qué me hacía diferente a mí de ellos, y ellos de mí, me generó el primer cuestionamiento político. Entendí que la música tiene una instancia mayor, que es aporte a una cultura”, señaló Aznar.

“A solas”, Pedro Aznar colmó el escenario del Municipal


Por Jimmi Peralta

El show unipersonal tuvo lugar el lunes


El público vibró y el músico argentino no dejó de sorprender, de generar emociones y de dar homenajes.

Años de una espera comenzaban a saciarse cuando el lunes a las 21:17 el telón del teatro Municipal se abrió con un velo de media luz al son de la “intro” con guitarra eléctrica de “Tu amor”, y como diría Charly García: “Pedrito Aznar” pisó seguro pero danzante las tablas llenas de humo del escenario con un clásico de su discografía, sumando sus primeros coristas por parte de público, del que se irían adhiriendo, una a una, las voces en el transcurso de la noche.
El escenario, al contrario de lo que se podía ver, estaba lleno. “A solas con el mundo”, el disco que vino a presentar Aznar, se ilustró con el sonido de una guitarra eléctrica, una de doce cuerdas y una de nylon; un bajo, un cajón de cuero y una melódica; cada una en su momento.
La segunda canción fue “Amelia”, primer track del disco, y original de la canadiense Joni Mitchell, con una interpretación extraordinariamente sentida.
El público terminó de enumerar con una mano la lista de temas al escuchar “Amor de juventud”, casi paradójicamente, un tema que ya tiene varios años. Esto anuló el anuncio que convocaba a un concierto de guitarra y voz. Con un bajo de cinco cuerdas “Pedrito” interpretó esta canción guiada por arreglos de arpegio y un sólo instrumental incluido, lo que despertó la ovación del público, que no le dejó hablar mientras intentaba su primer parlamento de la noche, tras la interpretación.
El diálogo entre el músico y el auditorio llevó el pulso: palabras y canto versus aplausos. Mientras Aznar hablaba y jugueteaba con sus dedos sobre el cuerpo de la guitarra esquivando los ojos del público y refugiándolos en el suelo o en su instrumento, la gente dejaba resonar la última nota de cada canción para arriesgar los primeros aplausos que se abalanzan después como una tormenta.
Además de los tributos establecidos en “A solas con el mundo”, fueron homenajeados con canciones Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Paul McCartney, Milton Nascimento, Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui.
El primer adiós de Pedro del escenario -por que el público lo hizo volver- fue al ritmo una caja de cuero andina y el canto de “Arriba quemando el sol” y “Tan alta que esta la luna”, en los que los presentes formaron parte del coro “estelar”. Los otros temas más cantados fueron “A primera vista” y “ A cada hombre y a cada mujer”. El sonido estuvo casi perfecto, unos graves que molestaban de vez en vez. El teatro a medio llenar.

domingo, 10 de abril de 2011

Deftones marcó la vuelta “pogo” roquero



Dokma presentó su nuevo corte, mientras que Flou logró el mejor sonido de la noche.

Por Jimmi Peralta. 
Fuente Diario La Nación

La banda estadounidense Deftones marcó la vuelta del “pogo” rockero en nuestro país con una entrega total en el escenario montado el viernes de noche en el Jockey Club Paraguay, durante su única presentación en Paraguay en el marco de su gira sudamericana que arrancó el pasado 2 del corriente, tour que promociona su último disco, “Diamond eyes”.
La cita se abrió con la presencia de una de las bandas de culto más representativas de nuestro país, Dokma, que se hizo sentir con su composiciones con varias partes, un sonido bastante potente, acorde a la convocatoria, con la particilaridad de las fuentes del teclado, el violín y una guitarra de nylon.
Dokma aprovechó la oportunidad para presentar ante el público el nuevo sencillo que lanzará la próxima semana con el título “Pará de laburar”. Rodrigo Pampliega, su vocalista, no ocultó su disgusto con la organización por algunos problemas con el sonido.
Tanto y Nada” dio un empujó a las puertas para que Flou suba al escenario del Jockey, con un apabullante juego de luces que coqueteaba con la noche que se prestaba abierta para el sonido “distortion” y “overdrive”.
Sin lugar a dudas Flou fue entre las tres bandas de la noche la que logró el mejor sonido, más claridad, más musicalidad. Por encima de Deftones que tuvo una sobredosis de graves, y un bombo (Tama) con demasiada presencia.
Deftones saludó al público con “Diamond eyes” a las 22:00 puntualmente. A los 27 minutos de concierto que se llevaba al son de un recorrido y fuerza escénicas extraordinaria del “Chino Moreno”, su vocalista, el público derribó las vallas de contención que delimitaban los sectores VIP A, VIP B y platea, uniendo en un sólo cuerpo a las más de 10.000 personas presentes, marcando la vuelta “pogo” roquero en la noche asuncena, como no se veía hace unos años. 
Al perecer el rock aun trata de evitar, al menos en los conciertos masivos, la división de clases...
 

martes, 5 de abril de 2011

Lección antidemocrática para niños




POR JIMMI MARÍA PERALTA


Gran parte de los colegios privados de la capital, y algunos del interior del país, someten a los niños, que pretenden acceder al nivel inicial de la educación, a “pruebas psicotécnicas”, de modo a seleccionar a los más capacitados para formar parte de sus filas, emulando de este modo prácticas de falsas evaluaciones, comunes en la selección de funcionarios públicos, concesión de becas, audiciones orquestales, ingreso a universidades, y otros procesos burocráticos que no son lo que dicen ser, sino formalidades que legalizan un proceso ilegítimo.
¿Cuál es el instrumento científico o test estandarizado y habilitado por el Ministerio de Educación y Cultura para este caso, el cual permitiría determinar fielmente qué niño puede o no acceder al proceso de una educación formal? ¿Son homogéneos esos criterios, o quedan a cargo de cada colegio, psicopedagogo o profesora? Al parecer, las respuestas son esas que no queremos escuchar.
En todo caso, los espíritus más liberales podría argumentar que estos son colegios “privados”, y que pueden establecer sus propios criterios con independencia a las instituciones públicas. Sin embargo, sólo debemos olfatear los conceptos de “inclusión”, “democracia” y “derecho del niño”; para comprender que, poner límites al acceso a la educación a infantes de 3, 4 o 5 años, través de criterios absolutamente arbitrarios, puesto que nos son estándares ni científicos, es una práctica excluyente y de discriminación, poco democrática, y que no puede darse en una institución que expide certificados con rúbrica del estado. ¿Qué pasaría con un niño con Síndrome de Down ante el cuestionamiento de algún formulario que diga “cómo se llama tu abuelo”? ¿Qué pasaría con un niño con dificultades motoras ante un criterio que rece: “se desenvuelve de manera independiente dentro de la habitación”? Evidentemente ellos no se presentarán a la evaluación, ya que están fuera del mínimo requerido desde antes, y para siempre; y lastimosamente ellos lo saben.
No se trata, evidentemente, de sugerir que los colegios deban dar cabida a todo aquel que se le presente como postulante, violando los límites de la cantidad máxima de alumnos por aula. Pero, en primer lugar, deberían de sincerar el tipo de selección que realizan. En algunos de los casos se determina el criterio del acceso de los nuevos alumnos con la presencia de un hermano mayor en el mismo colegio, o si el padre del niño es o no amigo del director de la institución, o cosas así. Filtros que, de no existir las “violentas” y falsas examinaciones, estarían bien.
Pero, como estas instituciones quiere mostrar una imagen “aperturista”, “democrática” y “moderna”, llevan la selección al plano “competitivo”, donde los resultados son los que valen, supuestamente. Entonces, aquel niño de 4 años, que no pudo superar la prueba “psicotécnica”, evidentemente no lo hizo por incapaz, por no ser apto para ese colegio. Fue superado por otros niños mejores que él y eso se debe aceptar ya que es “la ley” de la vida actual. Ya está todo claro: los niños no llegan a acceder por su propia incapacidad, no son los colegios los que cierran las puertas...
Como en los casos sistemáticos de violencia doméstica, donde uno asume el rol “voluntario” de víctima, aquí son los chicos los que se presentan a estas pruebas. Perdón, con mayor precisión, son los padres que se aferran al nombre de un colegio, por status social, por comodidad, por tradición familiar, y son ellos los que obligan a sus hijos a ser sometidos a estos procesos.
Y nuevamente los más chiquitos son víctimas de quienes, en teoría, deberíamos protegerlos: la escuela, sus padres, y el estado, que tienen otras prioridades.
Este pensamiento se presenta después del inicio de las clases, para que los victimarios se descubran a sí mismos con la daga en la mano y la herida fresca.

Del progreso y el estigma de “ser alguien”


FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
POR JIMMI PERALTA
jimmielestudio@gmail.com

Existe un periodo histórico durante el cual se empantanó el “desarrollo” de la humanidad, un tiempo en el que la gente pensaba más en su vida después de la muerte que en su vida presente; se llama la Edad Media. Sin esas ataduras religiosas condicionantes actuando como tales, la vida moderna gira en torno al “progreso” material, fabricar en la misma tierra nuestro propio cielo de confort, ESA FUE la consigna, y esto se descodifica claramente del siguiente modo: el “progreso” significa mayor consumo, y esto está dictado con fuerza de necesidad por el propio mercado. El progreso es un valor del mercado.

Aquel que no “progrese” está fuera de los parámetros del mercado, que es el que dicta las reglas sociales en la vida actual. “Progresar” se convirtió de tal manera en un valor moral, que es algo que lo sentimos profundamente y ya está vinculado con nuestra afectividad. Lo sentimos como una necesidad interna insatisfecha, lo interpretamos como “la esencia insaciable” del hombre de todos los tiempos, y lo trasmitimos como una enseñanza suprema a nuestros hijos.

Pasa que el hombre no siempre buscó más bienes materiales para ser feliz. El culto a la obtención de los bienes materiales era pecado hace 500 años. El desvincularse de los estándares de vida actuales: casa, auto, tele con servicio de cable, internet, celular, mp4, o hasta jabón o desodorante de tal o cual marca; si no es pecado en la actualidad, es cosa de locos; quienes se liberan de estas “normas”, obligatoriamente se excluyen de los parámetros sociales establecidos y hasta pueden ser discriminados.

Ante esta consulta, Oscar (15 años) ¿para qué vas al colegio?, él respondió “Para ser alguien en la vida”. Entonces, desde esta respuesta podemos deducir la coexistencia en este mundo del: “ser que es alguien”, y el indeseable “don nadie”. Debe quedar claro que esta respuesta devela, o que los padres no le explicaron nunca al niño para qué va al colegio, o realmente es ese el pensamiento que sus progenitores le inculcaron.

Trece años de vida de una persona en una institución de enseñanza con un único importante fin: obtener el “progreso”. Y esto se da en todos los niveles sociales. Si papá llegó a sexto grado, yo tengo que ser bachiller, si mamá fue maestra yo tengo que ser universitario, y peor en el mundo de los médicos por ejemplo, donde lo mínimo que un hijo puede ser, es lo mismo que el padre, otro médico.

Es importante explicitar dos ideas que ya están entretejidas en este análisis: 1. el hombre actual está liberado de los preceptos de la edad media, pero preso de nuevos rituales consumistas. El hombre de hace 300 años pudo ser feliz, y esa felicidad no dependió de la TV 29 pulgadas. 2. La presión social para lograr ese “progreso” es tan fuerte, que en nuestros hijos no podrán evitar llamarse desde chicos en los colegios “ganadores” (winners) o “perdedores” (losers). Ser un ganador es hasta un compromiso moral con sus padres. Y la consigna es llegar a los 70 años, y sonreír felices viendo nuestra casa, nuestro auto, y a esos chicos que viven adentro, quienes lograrán más “cosas” que nosotros.

El hombre actual y el hombre de la edad media, igualmente no piensan en sí mismos. Un discurso desmitificador para nosotros y nuestros hijos, que ven nuestra vida en torno a las conquistas materiales, puede ser: el progreso no es el único fin, es un de los tantos. El progreso no es igual la felicidad como en una ecuación matemática, posiblemente esté más cerca de la soledad y del vacío silencioso.

viernes, 1 de abril de 2011


El trabajo infantil reduce costos
Por Jimmi María Peralta

FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
Ayer, por segunda vez, entrevisté a un adolescente de 15 años, a quien llamaremos “Luis”. En un ping pong de preguntas y respuestas se dieron las siguientes develaciones: –¿Cuánto ganás? –Treinta por día por ahí saco. –¿Cuántas horas laburás? –Desde ahora que entro en la escuela 4 horas, el año pasado trabajé 5. –¿Tenés algún seguro médico? –Cuando cumplí un año me dieron un carnet. –¿Marcás entrada? –Sí. Anota mi horario de salida y entrada el guardia de la portería. –¿Sos de llegar tarde? –No. no… –¿Quién es tu patrón? –ehh… el súper. –¿Y quién te dice qué tenés que hacer? –El supervisor. –Ya…¿y quién te paga la plata que ganás? –El cliente. –Claro, ¿y quién es tu patrón? –Y el cliente.

De más está explicar en qué trabaja Luis, creo. Pasa que estamos tan llenos de malas prácticas en todo, que esta cuestión, de que un trabajador de 15 años no sepa quién es su patrón, que no sepa cuántas horas debe trabajar legalmente como máximo (4 para su edad), y que no tenga la garantía de la protección de su seguro, es mera sutileza, eso no es “significativo”. Esto es como jugar ajedrez con mi hijo de 3 años ¿cómo él podría jugar un juego del cual no conoce las reglas? O igual… ¿cómo llevamos a miles de analfabetos a votar dentro de un juego que bautizamos hace tiempo con el nombre “democracia”?

Aunque no en todos los locales, los niños como Luis se ven obligados diariamente a fregar el piso, atender en vitrinas, colocar mercaderías, recepcionar bolsones, cumplir horario, bajar y subir las puertas metálicas de los locales; todo con un contrato de página en blanco. Esto es fantástico. Los chicos sienten que trabajan para estas empresas, aunque en realidad no. Una muestra de abuso más es que ellos, los chicos, pagan 1.000 guaraníes para que se les lave el chaleco periódicamente, chaleco, que dicho sea de paso, trae consigo indefectiblemente una publicidad, y tienen otro trabajo, ahora como promotores, y obviamente gratis. Qué vergüenza tengo… ¡cómo producen estos chicos!

Un estado cómplice y algunos empresarios abusadores nos obligan a realizar el siguiente análisis. “Bueno, en el mundo de la competencia, reducir el costo de cada objeto útil para la producción es una lucha tenaz (aunque en realidad el año pasado el caso Grütter nos mostró que un “gremio” de este rubro coaccionaba a su 'competencia' para regularles sus precios). En un momento en el que los supermercados pululan, y la disputa por la conquista de los clientes es más mordaz, probablemente la nueva “superestrategia” será la apuesta por el trabajo infantil, digo… para reducir costos.

Esta ironía no trata de forzar a estos niños a que se sumen a los 300.000 niños de la calle. Solo busca mostrar, cuál fotografía de niño pobre en galería de arte, en qué tipo de personas nos convertimos, que ya no nos importan nuestros hijos y nos da igual que abusen de ellos.

Héroes románticos y sociedad pragmática
POR JIMMI MARÍA PERALTA
FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
Una de las características más enternecedoras del hombre es su brillante capacidad de caer en contradicciones; además de ser unas de las más irritantes. El siglo XXI sigue la antigua lucha por eliminar este nuestro “don” de la contradicción. En estas décadas, luego de que la lógica matemática haya martillado sistemáticamente la construcción del “yo” en todos los espacios de nuestra vida: la escuela, la calle, la casa, el sexo; todo está codificado en duplos, en “0” ó “1”, cual culminación de la marcha cartesiana. Todo está sintetizado en códigos binarios de computadoras, en “sí” o en “no”, en “enter” o “esc”, en “bueno” o “malo”; los compartimientos ya están, y son binarios, la tercera vía es la caducidad de una de las dos anteriores simplemente; lo pensado ya está pensado por otros y lo que nos queda es optar por uno de los caminos. Sin embargo, creo que pensar las contradicciones, las nuestras, es un ejercicio pendiente, y aquí tengo una para hoy: “Bicentenario: héroes románticos y sociedad pragmática”.

La otra noche asistí al estreno de la obra “Aquel 1811” de José Luis Appleyard. El espíritu libertario y romántico propio del inicio del siglo XIX en América subió a escena. Esto despertó una duda interna en mí ¿cómo son los héroes contemporáneos? Y me surgió una respuesta cliché: “Somos héroes todos aquellos que salimos a trabajar todos los días, nos colgamos de los colectivos para llegar a hora, pagamos nuestros impuestos, vamos a votar regularmente, compramos la rifa solidaria de la semana y cultivamos el arte del silencio”.

Inmediatamente se me apareció en la mente el rostro de uno de los adolescentes con quien trabajo, y él me daba sus propios ejemplos: “Salvador Cabañas, Roque Santacruz, ‘Takuara’ Cardozo…” Ahí comprendí mucho de lo que les quiero decir. Por lo general, estas figuras son erguidas como modelos o héroes para los niños y adolescente, y lejos de serlo por su compromiso social o político y su calidad humana, que sí lo tienen quizás, son modelos a seguir por su éxito económico.

¿Cómo explicarle a un chico, o más a un adulto, que no es una persona que genere inspiración aquel tipo de la mansión del Barrio Carmelistas, del BMW, de las modelos, de las fotos de revistas; sino aquel prohombre del Dr. Francia, que no se encargaba de acumular bienes materiales, sino de rebosar de patriotismo?

Recuerdo a mi profesora de literatura de la secundaria haciendo el esfuerzo, frente a esa pizarra verde, de hacernos entender mínimamente cuál era el perfil de “Hércules”, el perfil de un héroe griego. Y reconozco en ese sentido que mi escaso ejercicio lector no me permite todavía tener claro a profundidad ese tema. Entender el sentido del personaje mitológico “Hércules”, habrá de ser igual a comprender visión del pueblo de la hélade. ¿Cuál es el perfil de héroe paraguayo del siglo XXI, héroe de una sociedad arribista, seudo competitiva del tercer mundo?

Cuando terminé el colegio parte de mis compañeros, antes de llenar el formulario para la facultad, entregaron la forma de afiliación partidaria. Y mientras se burlaban ante cualquier sugerencia de “espíritu romántico idealista”, propio de los procesos revolucionarios de hace 200 años, eran los primeros en conseguir trabajo, en alcanzar beneficios económicos, y en extender los tentáculos políticos de algún diputadito de cuarta.

Los héroes contemporáneos son aquellos que te consiguen un sueldo en el TSJE, a ellos tenemos que imitar. O son aquellos que mediante la explotación de su prójimo pueden ostentar lujo y confort; sea cual sea la opción, ningún niño admira la humildad, el servicio desinteresado, el altruismo, la lucha por un bien colectivo. Claro, con padres codiciosos...

Quizá todo sea culpa de la dictadura, o de la caída del muro de Berlín que cuantifica todo el mundo en monedas. Aquí todo está bastante claro para jóvenes y adultos: lo bueno es lo útil, y el patriotismo y los ideales no son útiles.  

Vivimos en una sociedad pragmática y materialista, y yo no voy a cambiar eso. Pero sólo quiero advertir que el 2011 es un año donde los discursos hipócritas estarán más vigentes que nunca. Corruptos, estafadores, narcotraficantes, coimeros, falsificadores, contrabandistas y otras alimañas políticas, nos hablarán de patria, de actos heroicos, de próceres, de democracia, de libertad y de ideales. El Bicentenario será proclive para los discursos vacíos y una falsa exaltación de héroes románticos de luchas utópicas. Y todos mostraremos el pragmatismo materialistas en nuestras vidas, y hablaremos de héroes que nunca imitaremos.

Pero no se preocupen por el hecho de que las nuevas generaciones se contaminen con esas “falsas ilusiones” poco prácticas. Ellos tienen claro el panorama, puesto que ya nos encargamos de inculcarles desde la cuna a nuestros hijos, que ellos “tiene que ser alguien en la vida”, eso quiere decir claramente escalar socialmente, lo que en una sociedad que valora sólo lo material quiere decir: tener más bienes materiales, y punto.

Nietos de la tele
JIMMI PERALTA
En 1980, la familia Peralta-Rodríguez, la mía, se compraba su primer televisor, casi de lujo, era uno a color que aún está de labores en casa. Esa Toshiba de 14 pulgadas generaba, sin saberlo, una mutación especial en la composición de esa joven unión conyugal, y eso que yo aún no nacía.

Hoy me toca ser víctima, testigo y cómplice de una segunda o tercera generación de padres que apuestan al “niñerismo” televisivo como alternativa de crianza. Y antes de descargar “puristamente” el hacha en el pescuezo de algunos, es mejor analizar, en sentido literal, parte por parte, algunas variantes de este proceso de masificación cultural que genera la tele, más que ningún otro medio de comunicación.

Cuando dejamos a nuestros niños frente al televisor por 1 minuto, o 6 horas, mientras hacemos otras cosas, tenemos la tranquilidad de que ellos permanecerán “conectados” al artefacto, y la certeza de que miles de palabras, conceptos, erotismos, ideologías, estilos de vida, valoración ética y estética, los estimulan y los acechan. Los niños se encuentran indefensos ante esta ciencia del estímulo.

Elementos como el dinero, el tiempo, la confianza, la utilidad, lo académico, o lo moral, deberían entrar en juego a la hora de decidir con quién o con qué se quedan nuestros hijos. La cuestión no es satanizar la pantalla, y por lo tanto no puedo negar que parte de mi castellano citadino lo debo a las traducciones mexicanas de los dibujitos animados, y que parte de mi sensiblería va a cuenta de las telenovelas.

Sin embargo, el “con qué y con quién dejamos a nuestro hijos”, también pasa por otra parte.

No solamente se explica con el placer y el displacer de estar frente a la televisión, el hecho de que los niños prefieran comer viendo sus programas favoritos, antes que reunirse en la mesa con su familia. Es que ese relacionamiento “perfecto” con el aparato, con el artefacto de dicta y no escucha, con la cosa, resulta más positivo que con las personas.

Los padres nos seguimos sorprendiendo de que nuestros hijos estén tan “adelantados” con relación a nosotros, y nos sorprendemos falsamente, porque sabemos, ya que a nosotros también nos pasó, que los niños reciben más estímulos y condicionamiento de los que pueden manejar, y que eso ya nos disoció de nuestro padres, desde la forma misma de concebir la vida.

Arnold Schwarzenegger matando a 100 vietnamitas con una súper arma, no es ni todo ni el gran problema. Esa es la estética contemporánea. El problema es el solipsismo del niño que sólo goza al relacionarse con la máquina, con una única efectiva relación con la máquina que mata al “yo” “humano”, pues las relaciones son con objetos. La vida es con los objetos.

Este solipsismo, el encerrarse en uno mismo rompiendo vías de comunicación con los demás, tiene nuevos cómplices en las reediciones de la clásica televisión: la computadora, los videos juegos, los celulares, etc.

Sin relación entre personas no hay solidaridad.  Claro que al ritmo que vivimos, pensamos que en tanto nuestros niños se relacionen mejor con las máquinas, serán más efectivos en los procesos de producción, y dentro de esta arista, es sólo un entrenamiento para su futuro trabajo. Sin embargo ya vimos el otro lado de la moneda.

No tratemos de pensar en medidas radicales, pero si nosotros nos relacionamos con personas la mitad del tiempo de lo que lo hacían nuestro padres ¿cuánto se relacionan con los de su especie nuestros hijos?

Primero deberíamos de tener en cuenta los factores que nos llevan a esto: la pujante fuerza de consumo de artefactos impulsada por las industrias, el modo de producción que exige una ausencia de ambos padres de las casas, un estándar de vida que exige más horas de trabajo, a cambio de más bienes, y unos padres, como los de mi generación, que ya sufrieron la paternidad televisiva y la destrucción de parte de su criterio humano.