viernes, 1 de abril de 2011


Héroes románticos y sociedad pragmática
POR JIMMI MARÍA PERALTA
FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
Una de las características más enternecedoras del hombre es su brillante capacidad de caer en contradicciones; además de ser unas de las más irritantes. El siglo XXI sigue la antigua lucha por eliminar este nuestro “don” de la contradicción. En estas décadas, luego de que la lógica matemática haya martillado sistemáticamente la construcción del “yo” en todos los espacios de nuestra vida: la escuela, la calle, la casa, el sexo; todo está codificado en duplos, en “0” ó “1”, cual culminación de la marcha cartesiana. Todo está sintetizado en códigos binarios de computadoras, en “sí” o en “no”, en “enter” o “esc”, en “bueno” o “malo”; los compartimientos ya están, y son binarios, la tercera vía es la caducidad de una de las dos anteriores simplemente; lo pensado ya está pensado por otros y lo que nos queda es optar por uno de los caminos. Sin embargo, creo que pensar las contradicciones, las nuestras, es un ejercicio pendiente, y aquí tengo una para hoy: “Bicentenario: héroes románticos y sociedad pragmática”.

La otra noche asistí al estreno de la obra “Aquel 1811” de José Luis Appleyard. El espíritu libertario y romántico propio del inicio del siglo XIX en América subió a escena. Esto despertó una duda interna en mí ¿cómo son los héroes contemporáneos? Y me surgió una respuesta cliché: “Somos héroes todos aquellos que salimos a trabajar todos los días, nos colgamos de los colectivos para llegar a hora, pagamos nuestros impuestos, vamos a votar regularmente, compramos la rifa solidaria de la semana y cultivamos el arte del silencio”.

Inmediatamente se me apareció en la mente el rostro de uno de los adolescentes con quien trabajo, y él me daba sus propios ejemplos: “Salvador Cabañas, Roque Santacruz, ‘Takuara’ Cardozo…” Ahí comprendí mucho de lo que les quiero decir. Por lo general, estas figuras son erguidas como modelos o héroes para los niños y adolescente, y lejos de serlo por su compromiso social o político y su calidad humana, que sí lo tienen quizás, son modelos a seguir por su éxito económico.

¿Cómo explicarle a un chico, o más a un adulto, que no es una persona que genere inspiración aquel tipo de la mansión del Barrio Carmelistas, del BMW, de las modelos, de las fotos de revistas; sino aquel prohombre del Dr. Francia, que no se encargaba de acumular bienes materiales, sino de rebosar de patriotismo?

Recuerdo a mi profesora de literatura de la secundaria haciendo el esfuerzo, frente a esa pizarra verde, de hacernos entender mínimamente cuál era el perfil de “Hércules”, el perfil de un héroe griego. Y reconozco en ese sentido que mi escaso ejercicio lector no me permite todavía tener claro a profundidad ese tema. Entender el sentido del personaje mitológico “Hércules”, habrá de ser igual a comprender visión del pueblo de la hélade. ¿Cuál es el perfil de héroe paraguayo del siglo XXI, héroe de una sociedad arribista, seudo competitiva del tercer mundo?

Cuando terminé el colegio parte de mis compañeros, antes de llenar el formulario para la facultad, entregaron la forma de afiliación partidaria. Y mientras se burlaban ante cualquier sugerencia de “espíritu romántico idealista”, propio de los procesos revolucionarios de hace 200 años, eran los primeros en conseguir trabajo, en alcanzar beneficios económicos, y en extender los tentáculos políticos de algún diputadito de cuarta.

Los héroes contemporáneos son aquellos que te consiguen un sueldo en el TSJE, a ellos tenemos que imitar. O son aquellos que mediante la explotación de su prójimo pueden ostentar lujo y confort; sea cual sea la opción, ningún niño admira la humildad, el servicio desinteresado, el altruismo, la lucha por un bien colectivo. Claro, con padres codiciosos...

Quizá todo sea culpa de la dictadura, o de la caída del muro de Berlín que cuantifica todo el mundo en monedas. Aquí todo está bastante claro para jóvenes y adultos: lo bueno es lo útil, y el patriotismo y los ideales no son útiles.  

Vivimos en una sociedad pragmática y materialista, y yo no voy a cambiar eso. Pero sólo quiero advertir que el 2011 es un año donde los discursos hipócritas estarán más vigentes que nunca. Corruptos, estafadores, narcotraficantes, coimeros, falsificadores, contrabandistas y otras alimañas políticas, nos hablarán de patria, de actos heroicos, de próceres, de democracia, de libertad y de ideales. El Bicentenario será proclive para los discursos vacíos y una falsa exaltación de héroes románticos de luchas utópicas. Y todos mostraremos el pragmatismo materialistas en nuestras vidas, y hablaremos de héroes que nunca imitaremos.

Pero no se preocupen por el hecho de que las nuevas generaciones se contaminen con esas “falsas ilusiones” poco prácticas. Ellos tienen claro el panorama, puesto que ya nos encargamos de inculcarles desde la cuna a nuestros hijos, que ellos “tiene que ser alguien en la vida”, eso quiere decir claramente escalar socialmente, lo que en una sociedad que valora sólo lo material quiere decir: tener más bienes materiales, y punto.

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