viernes, 1 de abril de 2011


El trabajo infantil reduce costos
Por Jimmi María Peralta

FUENTE: DIARIO LA NACIÓN
Ayer, por segunda vez, entrevisté a un adolescente de 15 años, a quien llamaremos “Luis”. En un ping pong de preguntas y respuestas se dieron las siguientes develaciones: –¿Cuánto ganás? –Treinta por día por ahí saco. –¿Cuántas horas laburás? –Desde ahora que entro en la escuela 4 horas, el año pasado trabajé 5. –¿Tenés algún seguro médico? –Cuando cumplí un año me dieron un carnet. –¿Marcás entrada? –Sí. Anota mi horario de salida y entrada el guardia de la portería. –¿Sos de llegar tarde? –No. no… –¿Quién es tu patrón? –ehh… el súper. –¿Y quién te dice qué tenés que hacer? –El supervisor. –Ya…¿y quién te paga la plata que ganás? –El cliente. –Claro, ¿y quién es tu patrón? –Y el cliente.

De más está explicar en qué trabaja Luis, creo. Pasa que estamos tan llenos de malas prácticas en todo, que esta cuestión, de que un trabajador de 15 años no sepa quién es su patrón, que no sepa cuántas horas debe trabajar legalmente como máximo (4 para su edad), y que no tenga la garantía de la protección de su seguro, es mera sutileza, eso no es “significativo”. Esto es como jugar ajedrez con mi hijo de 3 años ¿cómo él podría jugar un juego del cual no conoce las reglas? O igual… ¿cómo llevamos a miles de analfabetos a votar dentro de un juego que bautizamos hace tiempo con el nombre “democracia”?

Aunque no en todos los locales, los niños como Luis se ven obligados diariamente a fregar el piso, atender en vitrinas, colocar mercaderías, recepcionar bolsones, cumplir horario, bajar y subir las puertas metálicas de los locales; todo con un contrato de página en blanco. Esto es fantástico. Los chicos sienten que trabajan para estas empresas, aunque en realidad no. Una muestra de abuso más es que ellos, los chicos, pagan 1.000 guaraníes para que se les lave el chaleco periódicamente, chaleco, que dicho sea de paso, trae consigo indefectiblemente una publicidad, y tienen otro trabajo, ahora como promotores, y obviamente gratis. Qué vergüenza tengo… ¡cómo producen estos chicos!

Un estado cómplice y algunos empresarios abusadores nos obligan a realizar el siguiente análisis. “Bueno, en el mundo de la competencia, reducir el costo de cada objeto útil para la producción es una lucha tenaz (aunque en realidad el año pasado el caso Grütter nos mostró que un “gremio” de este rubro coaccionaba a su 'competencia' para regularles sus precios). En un momento en el que los supermercados pululan, y la disputa por la conquista de los clientes es más mordaz, probablemente la nueva “superestrategia” será la apuesta por el trabajo infantil, digo… para reducir costos.

Esta ironía no trata de forzar a estos niños a que se sumen a los 300.000 niños de la calle. Solo busca mostrar, cuál fotografía de niño pobre en galería de arte, en qué tipo de personas nos convertimos, que ya no nos importan nuestros hijos y nos da igual que abusen de ellos.

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