tus ojos nunca pudieron verse profundos,
no sé si estaban desteñidos de tanto llorar,
o era la neblina,
el otoño sin color,
el silencio o tu portal cerrado con las manos.
Había tanta tristeza en tu sonrisa
que casi nos hacía llorar la intimidad,
vos eras desvelo y yo la libertad de dejarse,
verdientes en filas caóticas que mostraban tan descuidadamente tu alma,
la primera que vi,
desnuda,
errante,
indefensa y sutil,
quizá sea por vos