martes, 26 de junio de 2012

Lema empapa de genio y de jazz obras de Mangoré




Semblanza. Por Jimmi Peralta

El salón se desviste de la mitad de sus luces, la noche se arropa con la sensualidad de un velo, las cuerdas de Mangoré se multiplican en coros con voces de metal y madera, y el caminar del contrabajo nos transporta a mediados del siglo pasado a puntas de pie; sí, habitamos ese cuadro en movimiento del jazz paraguayo cuando damos inicio al disco “Reescribiendo a Barrios”, del tecladista Germán Lema que se abre con su versión de la obra “Danza Paraguaya”.
“Reescribiendo a Barrios” es la segunda propuesta de Lema de “intervención” y/o “inter-versión” del pianista en obras de grandes autores, práctica que se abrió con “Reescribiendo a Granados” en el 2011.
Su “Danza Paraguaya” aprovecha lo mejor del aire kyre’y de la música para, por fuera del 6/8 polquero, rebosar de noche con danza de salón cargado de swing, con prolijos arreglos de dúos de viento, priorizando finamente lo escrito ante la improvisación.
“El último trémolo” es otro tema del disco, donde la partitura no logra equipar la magia que Barrios sella con su madera de canto arpegiado, sin embargo, el saxo estalla desesperado con un solo cargado de gran emoción que compensa el goce de todo el track.
La obra maestra del material es “Julia Florida”, que con violonchelo y un piano; claros bajos e hirientes agudos, fortes, pianíssimos y realentandos, llenan de matices a una obra que robaría más de una lágrima del mismísimo Agustín Pío Barrios.
“La catedral” está presente con sus tres movimientos, llevados al aire nocturno del jazz con el saxo, trombón y el contrabajo en el “Allegro solemne”, y el desgarro con el piano con el “Preludio”.
“Reescribiendo a Barrios” es una propuesta de incomparable nivel musical para el auditorio (no-mercado) paraguayo, donde se evidencia todavía un mayor refinamiento de Lema en relación a su anterior material.
La creatividad de Germán puesta a prueba por el mismo no busca aprovecharse del genio de Barrios desde abajo, al contrario, equipara al talento de guitarrista para aportar ideas e interpretaciones magistrales, a las obras ya magistrales.
Grabado en simultáneo en enero último, en los estudios de Radio Nacional del Paraguay, el sonido no presenta casi objeciones, con un impecable nivel acústico desde la reverberación de los platos hasta el cuerpo de las cuerdas. Solo tiene momentos al parecer de saturación en la toma de uno de los vientos, que tiene mayor presencia en “Preludio en Do Menor”.